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24/01/2012
Una de las mayores amenazas a nivel empresarial está protagonizada por los criminales que se infiltran en las redes para robar información de alto valor. Ghostnet (una botnet desplegada en distintas oficinas y embajadas para controlar la agenda del Dalai Lama), Shady RAT (similar a Ghostnet pero con objetivos corporativos globales y gubernamentales), Operation Aurora (para controlar las cuentas de Gmail de disidentes chinos en 2009) y Stuxnet (un intentó para interrumpir el programa de enriquecimiento con uranio de Irán) en 2010, son sólo algunos de los casos más sonados.
En los últimos meses, las conocidas “Amenazas Avanzadas Persistentes" (Advanced Persistent Threats -APT) se han extendido con tal rapidez que las empresas se han visto obligadas a replantearse el actual paradigma de la seguridad. Las compañías han empezado a preguntarse si tiene más sentido dedicarse a protegerse frente a estos ataques o aceptar que es posible que los criminales accedan alguna vez a los sistemas y centrarse en detectarles tan pronto sea posible para minimizar los daños.
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