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06/10/2014
Si bien es cierto que este nuevo entorno conlleva ciertas dificultades inherentes jurídico-técnicas, la aparente despreocupación política internacional no puede obviar esta realidad que aglutina en la actualidad la variedad delictiva de mayor crecimiento: el cibercrimen, habiéndose datado el volumen total de las pérdidas asociadas al mismo en 87.000 millones de euros en el mundo en 2013. Este hecho ejemplifica a la perfección la vulnerabilidad sistémica del ciberespacio: el crecimiento, ubicuidad y grado de penetración de las nuevas tecnologías supera con creces la velocidad de los procesos legislativos existentes.
Pero el problema se ha multiplicado y se ha establecido como un riesgo real que trasciende el mero daño económico a una empresa. Ahora ya se sitúa en el ámbito nacional, supranacional y global, afectando por igual a ciudadanos, gobiernos y empresas. Sólo hay que comparar los últimos informes del World Economic Forum de Davos para ver cómo los riesgos relacionados con los ciberataques han ido adquiriendo relevancia paulatina con el tiempo.