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23/07/2013
La verdad es que no se cómo empezar la historia, pero espero de verdad que la experiencia, horrible por otra parte, sirva a más padres.
Todo comienza con el Whatsapp, comienza con un grupo que tu hija y sus amigas crean. En principio lo usan para quedar, comentar sus cosas, preguntar cosas sobre los deberes etc..
Parece una herramienta inocente, pero la matona del grupo, que siempre las ha habido y siempre las habrá (recordad que para haber héroes, tienen que haber villanos), ve en sus manos la herramienta perfecta para cometer sus fechorías, (no hace falta estar cara a cara, ni dejar marcas físicas) además de ser la herramienta perfecta para incitar a otras niñas a que colaboren.
De repente ves que algo a lo que no has dado importancia empieza a tomar forma, y esa forma se vuelve monstruosa cuando hay comentarios hirientes, chicas y chicos del grupo que se suman a esos comentarios, y parece que haya una competición para ver cual es más gracioso (es decir más hiriente), y el pitidito del Whatsapp se convierte en una pesadilla porque no deja de sonar.
Las 10, las 11, las 12… las 2, las 3, y el maldito pitido sigue sonando, y con cada sonido tu hija cada vez está más deprimida, y te ves impotente ante la situación porque no sabes cómo pararlo.
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