El centro de Barcelona sufre un repunte del delito de clonación de tarjetas a partir de la manipulación de cajeros automáticos. La Guardia Urbana ha detenido en lo que va de año a 21 personas que copiaban datos instalando microcámaras y lectores en estos aparatos bancarios. "Ahora es más fácil conseguir estos dispositivos y más barato, por lo que hemos notado un repunte de casos este año, sobre todo a partir de julio", ha explñicado el intendente de la Guardia Urbana Carles Reyner. Las diversas operaciones han permitido localizar 26 tarjetas, aunque se desconoce el número exacto de personas afectadas ya que se están investigando las denuncias, junto con los Mossos d'Esquadra.

Los agentes también han indicado que entre los detenidos no existe relación y que en su mayoría provienen de países del Este y residían en hoteles, por lo que no tenían un domicilio permanente. En este sentido, se trabaja con la hipotesis de que venían tras recibir un encargo de alguien y se exponían a colocar los dispositivos para luego facilitar los datos. Reyner ha avisado de que está práctica, conocida como skimming, se ha "popularizado" por lo que se ha reclamado a los ciudadanos que sigan diversos consejos de seguridad como observar el cajero o tapar con una mano cuando se pulse el número secreto, para evitar la estafa. Además se quiere instar a las entidades bancarias a que mejoren la seguridad en los cajeros.

La Guardia Urbana ha realizado nueve operaciones in fraganti que ha permitido detener a 21 sospechosos, que en su mayoría se encargaban de instalar el lector en el cajero, por encargo de otras personas, que eran las que luego procedían al clonado. La operación sigue abierta para determinar a los que encargaban la instalación de los dispositivos en los cajeros. La operación se inició en febrero pasado cuando la Guardia Urbana detuvo a dos personas que acababan de hacer una compra de valor en una céntrica tienda de telefonía con una tarjeta falsa y localizaron en su vehículo una oficina móvil con la que podían falsificar tarjetas al instante.

Por este motivo, los agentes de la Guardia Urbana intensificaron la vigilancia en los cajeros sensibles del centro de Barcelona, especialmente los más frecuentados por turistas, lo que les ha permitido desde el verano detener a otras personas cuando retiraban la banda con la microcámara y el lector de tarjetas. Según han explicado Reyer y el subjefe de la comisaría de Ciutat Vella de la Guàrdia Urbana, Benito Granados, los detenidos, que no estaban coordinados entre sí, colocaban en menos de dos minutos la microcámara y el lector y lo dejaban instalado durante unas dos o tres horas, por lo que podían obtener los datos de entre 30 y 50 clientes.

Un sistema en auge

La microcámara la instalaban en una placa que adherían encima de la pantalla del cajero, y que a simple vista pasaba desapercibida, mientras que el lector de bandas magnéticas que almacenaba los datos de las tarjetas, de fabricación casera, lo colocaban en una entrada superpuesta a la ranura de acceso de tarjetas. Según Rayner, en la mayoría de los casos los detenidos optaron por poner estos artilugios por la tarde, cuando las oficinas estaban cerradas, y sobre todo en los cajeros que dan a la calle, para no tener que acceder al interior de las entidades.

Para evitar que esta ola de clonaciones de tarjetas vaya a más durante la campaña de Navidad, la Guardia Urbana intensificará los controles en los alrededores de los cajeros automáticos más susceptibles.